A los pies de Sierra Nevada se encuentra Granada, una ciudad que enamora. Su pasado morisco, que se refleja en la Alhambra, atrae a miles de turistas de todo el mundo cada año con ganas de conocer su herencia y mezcla cultural. Pero Granada es más que su majestuosa Alhambra.
Granada guarda la esencia de su pasado también en sus calles, en sus barrios y en sus colinas. Un paseo por los barrios del Albaycín y Sacramonte es fundamental para descubrir la vida en el pasado y en el presente de sus habitantes. Unos barrios colgados a la colina y en donde han excavado sus casas y hechos caminos de piedra estrechos que te resguardan del duro sol de verano al mediodía. Allí encontrarás, unos cármenes que evocan otros tiempos y olor a jazmín, que ayudan a comprender por qué el Albaicín, al igual que la Alhambra, son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
En el barrio judío del Realejo, donde se encuentra nuestro alojamiento en Granada Centro, lo más importante es andar por sus calles hasta perderse. Desde aquí, se puede subir hasta el Carmen de los Mártires y disfrutar de su jardín con rincones de poesía y donde se respira una gran tranquilidad.
El legado cristiano en Granada también tiene una gran influencia en la ciudad y las visitas a los monasterios y a su catedral son indispensables. Uno de los monasterios más desconocidos pero de gran belleza en su interior, es el Monasterio de la Cartuja, a las afueras de la ciudad. Otro punto con un gran componente histórico y artístico que se debe visitar es la Capilla de los Reyes Católicos. Estos son solo ejemplos de templos a visitar, porque al callejear te irás encontrando lugares curiosos que admirar, aunque solo sea sus bonitas fachadas.